28 febrero, 2012

SE APRUEBA LA PROPUESTA DEL REGLAMENTO NACIONAL DE BOLO ANDALUZ


Foto: Asistieron a la reunión (de izquierda a derecha) José Miguel Nieto (Director Técnico de la FEB y presidente de la Andaluza), José Luis Moreno Hungría (directivo de ElYelmo Grande de Cortijos Nuaevos - Segura de la Sierra), Antonio Castillo (presidente del Sierra de las Villas de Mogón), Francisco Ruiz Rubio (presidente de Los Reales de Beas de Segura), Juan Mendieta (presidente del Alcoray de Chilluévar), Maximino Peralta (directivo del Picorzo de Orcera), Mariano Tauste (Presidente de El Trillo de Hornos de Segura), Francisco Espinosa (directivo del Sierra de las Villas), José Antonio Peralta (directivo del Picorzo), Juan Luis Arroyo (presidente del Picorzo) José Antonio Carrasco (directivo del Picorzo) y Juan Carlos Muñoz (presidente de El Ferial de La Caleruela). Participaron vía telefónica Jesús Sánchez (presidente del Club de Onda) y Juan José Serrano (presidente del club de Villarreal).

Día histórico para el bolo andaluz. El pasado jueves, 23 de febrero, en Orcera, se reunían representantes de diez clubes de bolo andaluz. Gracias a las nuevas tecnologías, dos de ellos, lo hacían vía telefónica desde la Comunidad Valenciana. Además de aprobar el programa deportivo para este deporte propuesto para este año, la parte más intensa e importante del encuentro se centró en aprobar el documento que deberá aprobar la Asamblea General de la Federación Española de Bolos, que se celebrará en Madrid el próximo 10 de marzo.

La mayoría de los clubes del único deporte autóctono de Andalucía, el bolo andaluz o serrano, acudieron a la cita, que estuvo presidida por José Miguel Nieto, el director técnico de la especialidad en la Federación Española de Bolos, además de presidente de la Andaluza. Ocho clubes andaluces (de Orcera, Beas de Segura, Hornos de Segura, Segura de la Sierra, Mogón, La Caleruela, Chilluévar y Cazorla) y dos de la Comunidad Valenciana (de Villarreal y Onda, Castellón) participaron en un amplio debate donde se trataron los diez puntos, sobre el texto del Reglamento de Juego, en los que los clubes habían presentado alguna enmienda.

Antes de comenzar con la parte principal de la reunión, el Reglamento, y tras el informe preceptivo del presidente, como ya es rutinario al inicio de cada año, se trató el programa deportivo para 2012 y las reglas de competición que regirán la temporada. Tal vez la principal novedad para este año es que todos los concursos oficiales se harán por partidos eliminatorios, obedeciendo al deseo de los deportistas de jugar algo más en los torneos, para que los desplazamientos merezcan la pena. Siendo conscientes de que los torneos este año se harán más largos, se da prioridad a los requerimientos de los jugadores y jugadoras. También muy destacable la reducción del número de pruebas oficiales a trece, seis menos que la pasada temporada, lo que permitirá a los aficionados a conciliar mejor su tiempo dedicado al deporte, con otros menesteres personales. Las competiciones nacionales se reducen a cuatro, de las cuales tres se celebrarán en Andalucía y una en la Comunidad Valenciana.

El borrador del reglamento requirió de un debate más agudo y amplio, conscientes de la importancia de un documento que lleva fraguándose seis años, desde que se crearon las propuestas del reglamento regional, que el Comité Técnico del Bolo Andaluz ha ido adaptando en este tiempo según los problemas que han ido surgiendo y las soluciones propuestas. Además, continuando con la labor de investigación realizada en la búsqueda de las reglas clásicas comunes en las comarcas bolísticas, se han incorporado nuevas reglas, que han llenado de contenido, en la medida de lo posible, algunas de las lagunas que contenían los documentos primigenios. Le reunión era, por tanto, la culminación de un largo proceso que ha depurado la normativa clásica, buscando puntos comunes y compatibilidades entre las distintas formas locales y comarcales. Es ahí donde radica la gran dificultad que existe a la hora de reglamentar los juegos tradicionales. Las peculiaridades locales y los intereses personales, e incluso comerciales, han hecho que las divergencias en la normativa tradicional utilizada en unos municipios u otros, hayan surgido a lo largo del tiempo. Los lugareños, unas veces, el dueño de la taberna de la bolera, otras, modificaban las reglas buscando su propio interés. Cabe recordar que triquiñuelas adoptadas por las tabernas en la primera mitad del siglo XX, como la “raya de partido”, se han eliminado de los textos. Otras diferencias territoriales se han adaptado, se han hecho compatibles con otras, como normas opcionales, con el fin de respetar las pautas tradicionales de cada zona. En ese sentido, el documento reglamenta las dos modalidades del bolo andaluz, la más antigua que se juega con tres mingos o bolos, conocida con el nombre de valle, y la que deriva de ella y que se juega con un solo mingo, la modalidad montaña. En otras regiones se hubieran reglado como dos especialidades deportivas distintas, sin embargo, siendo conscientes de que, actualmente, los boleros andaluces practican ambas indistintamente, el mantenerlas bajo el mismo paraguas, supone que una proteja a la otra. La preferencia por la segunda modalidad en la segunda mitad del siglo pasado, por parte de los practicantes y las tabernas, hizo que se dejara de jugar a la primera durante más de cuarenta años en gran parte de la Sierra, y eso no queremos que vuelva a suceder.

La consecuencia de trabajar con un documento abierto en estos seis años ha hecho que en un texto que ocupa una veintena de folios, se haya debatido sólo un 5% del mismo, dando el visto bueno los clubes a la mayoría de las reglas planteadas. Y hay que decir que en ese pequeña parte donde había disconformidades o se proponían mejoras, aclaraciones o enmiendas, lo que se discutía, a veces de forma apasionada, eran –pequeños- matices.

El primer punto de debate fue si se debía quitar el “apoyo”, tradicional en la línea de tiro de las boleras de las comarcas de Las Villas y Cazorla, o mantenerlo según uso y costumbres, como sostenía la propuesta del Comité. Los defensores del “apoyo” ponían que la existencia del mismo no le daba ninguna ventaja en el tiro al jugador y además evitaba polémicas arbitrales.

Sobre las rayas de puntuación se debatieron tres puntos, uno sobre el valor del mingo cuando el anclaje de la cuerda impide que pase la raya, y dos sobre la distancia de las rayas. Una, la de la distancia de la raya de borre, según categorías, respecto al mingo principal, desencadenó uno de los debates más acalorados de la noche. El Comité había introducido una ligera modificación, pensando en la construcción de nuevas boleras, para hacer compatible las rayas de la modalidad montaña con las de valle, permitiendo que las rayas sean fijas y evitar tener que cambiar las cuerdas cada vez que se cambie de modalidad o categoría en la pista. Se trataba, a priori, de un matiz que no desvirtúa el juego, pero surgieron suspicacias, a pesar de que el Comité había dicho que las nuevas medidas se habían empleado en la anterior temporada, sin que nadie se hubiera dado cuenta. Al final se ponderaron las dos posturas poniendo un máximo y un mínimo en las distancias, de tal forma que cada bolera utilizase la que prefiriera.

Sobre la validez del derribo del mingo se trataron dos puntos, llegando a la determinación de que “un mingo se considera derribado siempre que caiga de su posición original, toque o no toque el tablón, excepto cuando desde el birle se tira directamente al tablón, sin tocar previamente el suelo”, norma que surgió al comprobar que dicho lance suponía un riesgo evidente para jugadores y público.

En el tamaño de los mingos utilizados en la modalidad valle se fijó un máximo y un mínimo como medidas reglamentarias.

El club Los Reales propuso incorporar dos puntos en el reglamento. Uno destinado a evitar la pérdida de tiempo que se produce en los concursos cuando los jugadores no están en la pista cuando les corresponde, donde se incluía el tiempo de espera máximo. Los clubes reunidos optaron por incluir el mismo modificado, sin incluir tiempo de espera máximo, por las polémicas que pudiesen surgir de la aplicación a rajatabla de la norma.

El segundo punto a incluir que propuso el club de Beas de Segura es el que trata de la antigua norma de cambiar la línea de tiro entre puntas, al igual que se hace en el bolo palma. Se trata de una forma de plantear los partidos que ha llegado muy difuminada hasta nuestros días, pero que hunde sus raíces posiblemente en los “birlos” medievales. Sólo los más mayores recuerdan que, sólo, en alguna ocasión y en ciertas boleras se empleaba. Los clubes mostraron su preocupación por considerar que la aplicación de la norma en todos los concursos podría crear polémicas con los jugadores, por lo que, a criterio de El Yelmo Grande, debía de aplicarse en torneos sin trascendencia, como el de La Botijuela, que cierra la temporada. Así, el festivo y postrero torneo podrá utilizarse como banco de pruebas para comprobar la aceptación de normas que pueden incorporarse al Reglamento.

Para descargar la propuesta del Reglamento aprobada pinche aquí.

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